lunes, 26 de julio de 2010

La (H)historia de lo que hubo ayer

El nombre de Luis Alberto Sánchez siempre lo escuché pronunciado con un tono solemne e imponedor por mi padre. Un nombre con un sonido que yo no pude escuchar porque simplemente no existía. Ese sonido es el del Perú del siglo XX. Que su segunda mitad fue un Perú de golpe de estados y toques de queda, de fiebre de revolución y liberación, de cafés y bares como trincheras de ideas políticas y revolucionarias, de la influencia del amor libre, de los primeros televisores y los primeros partidos internacionales de futboll. Un Perú de Prados, Hayas, Belaundes, Velascos y demás personajes. Pero para LAS el personaje no es sólo uno, lo es todo. Los Revoltosos (1984), la tercera entrega de una serie que atraviesa todo el siglo XX, no es la historia de alguien, es la historia de algo. Es la historia de la Historia.

El personaje es la atmosfera política y cultural de una sociedad que es apabullada entre la inevitable corriente occidental y el socialismo revolucionario que ya empieza a sorprender en una Cuba que pasa a manos de Fidel. Una ciudad que es el campo de batalla de los políticos y los militares. Una ciudad que "era una contradicción, un diñalogo interrupto entre los campos conganas de urbanizarse y la ciudad obligada a ruralizarse" debido al fenómeno migratorio. Periodos que Raúl Palacios Rodríguez denomina "El reformismo civil moderado" (1956-1968) y "El reformismo militar radical" (1968-1980).

Así como John Dos Passos en Manhattan Transfer y Onetti en Tierra de Nadie, LAS entiende que cuando se trata de contar la historia de un todo, de una atmosfera, de un contexto, la mejor forma es la técnica del collage. No se trata de escoger un color en particular sino hacer girar la paleta y crear un blanco total. Tratandose de Lima es un gris logrado desde los bares y cafés del centro, la habitación de uno y otro presidente en Palacio, los comedores familiares a la hora del lonche, los callejones, calles, jirones, avenidas de la ciudad; las redacciones de los diarios, la Universidad y la Casona de San Marcos, los cuarteles militares, las manifestaciones.

Los Revoltosos es una de esas clases de seminarios de historia dictadas por un profesor que no dicta clase, sino que cuenta, narra, la historia. Uno de esos profesores que se ponen la máscara de la historia y modulan la voz en cada hecho en particular. Que hacen que uno se ría e indigne de verdad porque logra entender que somos producto de aquello que suena a una gran novela pero que es Historia. Solemne e imponedora.

Si Salazar Bondy creía que una ciudad es siempre una utopía porque es, en principio, un destino, LAS nos cuenta cómo es que esta utopía se perdió en el camino y por qué somos una sociedad que siente la ausencia de algo.

"La ausencia de alguien es como una amputación. Resulta un hogar mutilado sin ortopedia posible. Da ganas de gritar, clamando el nombre del que falta. La silla que ocupó stá allí como una acusación. El lecho en que descansó para siempre adquiere un sabor denunciatorio. El aire se aquieta con un aletear de eternidad. Todo queda lo mismo y sin embargo no se parece ya a lo que hubo ayer".

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