viernes, 26 de agosto de 2011

Carlos Cay por entregas en EL País

Ahora me topé con ese tipo de formato de historias que es difícil encontrar hoy en día: historias por entregas. Cortas, sencillas, sinceras. Este mes El País viene publicando Mi Verdadera Historia de Carlos Cay, un autor que en realidad nadie sabe nada de él más que su seudónimo (marketing, sí, me imagino). Antes ya había escrito para el mismo diario Me Cago en mis Viejos que aún no he leido pero que promete. Un pedazo: "Qué vacile cagarme en mis viejos así, por escrito, públicamente, en un periódico (en un periódico de gran tirada, que diría el viejo), cagarme en ellos desde el mismo diario que leen, llevo viéndoles leer este puto periódico desde que comencé a andar".

Ahora las historia que trae Cay no es tanto para cagar a los viejos, sino para recordar la infancia, esos años en que la distancia entre uno y ellos parecía mayor por más que siempre sea la misma. Y ahí entran los primeros libros que uno no entiende, las primeras mujeres que uno entiende, las primeras circunstancias de la vida que uno no entiende, las ganas jodidas de vivir y morir que uno no entiende. Como reseña El País: "Un Carlos Cay que en esta cuarta entrega conserva más bien poco de aquel ni-ni desencantado con el mundo y que anda un poco más preocupado en entenderlo".

Hace tiempo no leía una primera oración, sencilla, que te explicara de manera tan precisa de qué va una historia: "Yo escribo porque mi padre leía".

lunes, 15 de agosto de 2011

Marx acorde con el objeto de su voluntad

A propósito del nuevo libro que no he leído aun de Eric Hobsbawm, Cómo cambiar el mundo, desempolvo o desarchivo una reseña sobre Humanismo Socialista de Erich Fromm que escribí para un curso de filosofía de la universidad.

En su nuevo libro Hobsbawm "despeja las malas interpretaciones, archiva los preceptos que envejecieron y despliega las herramientas que ofrece el autor de El Capital para entender el mundo en el siglo XXI y hacerlo un lugar mejor". "Ha llegado la hora de tomarse en serio a Marx", escribe. (Fernando Bogado escribe largo sobre el libro en Página12: Al fondo a la izquierda)

Ya en los sesentas la Escuela de la praxis buscó revalorizar los preceptos éticos de Marx que hallaban sobre todo en sus divagaciones de los Manuscritos de París. En esos manuscritos leí una frase que desde esa vez uso siempre para empezar a hablar de Marx: "Todas y cada una de tus relaciones con el hombre -y con la naturaleza- tienen que ser una expresión precisa de tu vida real, individual acorde con el objeto de tu voluntad". Cojudo por una frase tan distante al imaginario que hasta entonces tenía de él seguí algunos rastros y llegué a Humanismo Socialista. Una recopilación de artículos de la Escuela de la praxis hecha por Erich Fromm. Me costó un par de tardes encontrar un ejemplar en Quilca. No lo solté y no lo he soltado. La reseña:

Erich Fromm y otros: “Sobre el hombre” En: Humanismo Socialista.
Buenos Aires: Editorial Paidós, 1966, 499 pp.

Humanismo Socialista (1966) es una recopilación de artículos que difundió las ideas de La Escuela de la Praxis de Yugoslavia en los años sesentas. En él se pueden encontrar textos de seis de los miembros de la escuela (Marković, Petrović, Danilo Pejović, Veljko Korać, Rudi Supek y Predrag Vranicki) como de otros marxistas y/o humanistas. Los temas tratados fueron escogidos libremente con la intención de ver cuáles eran los temas más centrales del Humanismo Socialista y ver, en el caso que haya temas que se repitan, las diferentes posturas e interpretaciones frente a estos. Está dividido en cinco partes: Sobre el humanismo, Sobre el hombre, Sobre la libertad, Sobre la alienación y Sobre la práctica. Este texto se centrará en sintetizar las ideas del capítulo segundo (Sobre el hombre) que cuenta con nueve artículos, de los cuales se tocarán siete.

Como señala Erich Fromm en la introducción del libro, revitalizar las ideas del Humanismo Socialista buscaría rescatar la idea de que no puede haber una separación entre la teoría y la práctica del marxismo como teoría ética ante la vida, para de tal modo convertir “el desarrollo pleno del individuo en la condición plena para el desarrollo pleno de la sociedad, y viceversa”. Es decir, la liberación del hombre para y con los hombres, marcar “la conclusión de la época de la pre-historia e inaugurar la época de la historia humana”.

1. El Marxismo y la filosofía del hombre (Adam Schaff)

Schaff se centra en las preguntas: ¿de qué es producto el hombre como individuo y como tal cuál su función? El hombre no es el resultado de fuerzas sobre humanas, él lo sitúa en la “concepción autónoma” en la cual se recalca el papel de humanismo. Pero cuando se refiere a “individuo” se refiere al individuo en sociedad. Un individuo entendido sobre un “humanismo radical” de “individuos sociales” donde los mismos son el productor de su propia historia, idea que Marx siempre palpitó en sus teorías. No un concepto económico que pierde la perspectiva del hombre.

Aclara que un individuo social es el individuo “plasmado” por la sociedad física y espiritualmente, no sólo uno en contacto con otros. Por lo tanto es un ser “dialécticamente integrado en la sociedad” afirma. Con ello lo que se lograría es que la esencia del hombre sea la esencia de la sociedad y la sociedad la esencia del hombre. Esta es la “forma social”, dice Schaff, de “materializar los fines individuales”.

Sin embargo, recuerda, el hombre está vinculado a una “coexistencia política” que cada vez se basa más en la destrucción bélica que puede no ser otra cosa más que el inicio de una destrucción global. Ante ello propone –recogiendo la idea de la “crítica a todo lo existente” de Marx- que el hombre tiene que ser un elemento de “lucha ideológica” por “vía de los argumentos justos” contra el sistema opuesto al hombre y proponiendo un propio sistema de valores.

2. El Marxismo y los problemas existenciales (Milan Prúcha)

Para Prúcha más importante para comprender “cómo vive el hombre en el mundo” es el plano filosófico que hay detrás del marxismo. Interpretar al hombre de Marx encerrado en la historia es una “simplificación” de sus ideas, señala. Marx, dice, sí conceptualizó al hombre en su carácter “total”. Hegel y Heidegger antes, no. Para Prúcha el hombre es “un producto parcial de la evolución de la materia” aparecido en “un lugar determinado, en determinadas circunstancias favorables”. Por ende tiene una necesidad de redefinición.

Para su análisis se centra en el concepto de alienación que Marx definió como “la oposición dentro del pensamiento mismo”. Esa alienación no puede ser ni total ni nula porque es la “actividad transformadora” la necesidad primera del hombre dentro de la realidad. Es acá donde se centra en dos conceptos claves: la subjetividad y objetividad en el hombre. Las teorías anteriores a Marx no habrían hecho más que desligar a éste de cualquier subjetividad. El poder del hombre debería radicar en sus “poderes objetivos”. Prúcha escribe:

“El ser que no tiene su propia naturalidad fuera de sí no es natural porque no es parte de la esencia de la naturaleza. El ser objetivo tiene objetos fuera de sí mismo y es un objeto; se comporta objetivamente y su ser es en consecuencia un ser objetivo”.

Es lo que define luego como un ser natural “interesado en el mundo”. Así, recién, el hombre es capaz de crear la realidad social y como tal se independiza de la naturaleza y se hace social. Es el gran problema entre la existencia y esencia humana y la solución sería la recuperación de su objetividad. Como señala Karel Kosík en otro de los artículos titulado El hombre y la filosofía, que plantea las mismas ideas de manera más general (por ende no se sintetizará dicho texto): “La realidad humana es ese punto en el cual la verdad no sólo es revelada (percibida), sino también realizada”.

3. El ideal del hombre según Marx (Marek Fritzhand)

El hombre realizado, para Fritzhand, es aquel en el que “sus talentos nunca descansan y sus aptitudes nunca se desaprovechan”. Esa realización sólo podrá darse cuando la sociedad entienda que el hombre es el “valor humano supremo”, el “fin en sí mismo”. El hombre debería ser o sería, bajo los ideales de Marx, “total”, “personal” y “auto activo”, pero en realidad se encuentra fraccionado, fragmentado y funcionalizado.

Por “total” hace referencia a un hombre que posea al mundo a través de su participación, creación y disfrute del mismo. Por ende no puede haber una “división coactiva del trabajo”, la actividad del hombre debe ser de carácter tanto mental como física, ambos relacionados estrechamente. El adjetivo “personal” se refiere a un hombre ubicado en un contexto donde se puede sentir “él mismo”, “cómodo”, que puede tener una armonía entre su carácter y su individualidad; que no sea un “hombre accidental”. Y por “auto activo” se refiere a la libertad, ya que la actividad libre, así, sería una manifestación de uno mismo.

Señala que hoy “toda forma de moral se ha alienado así misma”. De ahí la necesidad de una “moral con sentido humano”, lo que es finalmente el trasfondo de las teorías de Marx.

4. Marx y la idea de la universalidad del hombre (Brosnislaw Baczko)

Baczko nos presenta primero un recorrido por el proceso histórico del concepto de la universalidad del hombre, donde finalmente dicho concepto pone en crisis el valor del hombre. Esta crisis se da cuando se relaciona a la realidad únicamente con la vida cotidiana, porque pensar sólo en la vida cotidiana nos hace olvidar el tiempo existencial, histórico del hombre. Es decir, se reduce las posibilidades totales a las posibilidades del mundo de hoy.

Tras esto analiza el concepto desde el “status ontológico”, el “aspecto biológico” y la “historia”. En el primero nos recuerda aquello que la actividad del hombre debe ser un reflejo de su esencia misma. Bajo la segunda idea, explica cómo el hombre le da una “estructura significante” al mundo aplicándole “su escala de valores específicos”, o sea su subjetividad. Y, después, señala que la historia “no es más que la actividad del hombre que aspira a lograr sus fines”. Por lo tanto esta debería actuar y se debería tener en cuenta como una “estructura lógica” para impedir el “albedrío humano”.

Por ello, concluye, la universalidad del hombre debería ser la del “fenómeno concreto” de la individualización, plenitud, de este. En “sentido histórico”, refiere, la universalización es la posibilidad del control del destino y en “sentido individual” la multiplicación de posibilidades.

5. Acerca del poder y la impotencia de la filosofía (Danilo Pejovic)

En este artículo Pejovic hace un descripción del proceso de deformación de las ideas de la “realización filosófica” que él analiza bajo los conceptos de “la filosofía y la revolución” en Marx. Señala que esa “filosofía” hace referencia a caracteres ideológicos y éticos, mientras que la idea de “revolución” se mal interpretó bajo una idea puramente científica.

Las “digresiones románticas” de los escritos de Marx, señala, buscarían rescatar la idea griega de la filosofía como “guía hacia la liberación del hombre” que en Marx sería la revolución entendida como “realización filosófica”. La deformación para Pejovic se habría dado, en buena medida, por una lectura hegeliana de los Manuscritos y El Capital, una lectura enfocada desde la filosofía moderna que transformó todo en un “Marx tecnólogo” dejando de lado la “función prometeica”.

Las metas del socialismo, entonces, serían la de “revolucionar las relaciones humanas y en transformar al hombre mismo y no en promover sólo fuerzas productivas” como hizo Stalin, a quien lo hace responsable principal de la esta deformación. Señala que hay que “definir a la filosofía como la impotencia creadora para determinar el sentido pleno del movimiento que se revela parcialmente en diversas eras de la historia”.

6. Reflexiones sobre utopía y revolución (Maximiliem Rubel)

Este artículo desarrolla los conceptos “jacobino” y “comunalista” sobre la definición de Robert Owen que señala que “el socialismo es cooperación”.

La idea jacobina hace referencia a una revolución que se da dirigida por una “aristocracia política” que, creyéndose poseedora de una “sabiduría dialéctica”, utiliza al “pueblo” como “fuerza de choque principal en el campo de batalla”. De esta forma el socialismo se convierte en una “ciencia socialista”. La idea comunalista, por otro lado, se basa en pequeños grupos de personas que no dependen de dirigentes y en los que es la “conciencia socialista que emana del deseo de los trabajores” la que da fuerza a una “autoemancipación”. Rubel le llama a esto la “ética de conducta revolucionaria” que iguala la necesidad histórica con una necesidad ética.

Dicho eso, concluye que la idea de revolución bajo el conecto jacobino lleva a la abolición, mientras que el carácter utópico del concepto comunalista promueve la creación.

7. La aplicación del psicoanálisis humanista a la teoría de de Marx (Erich Fromm)

Erich Fromm cierra esta parte del libro acerca del hombre con uno de los artículos más sobresalientes. Aplica la psicología social, las teorías de la conciencia y el inconsciente, a la realidad social. Con ellos define que el “carácter social es la estructura psíquica de una sociedad para ser útil”. A partir de esta idea presenta siete razones por las cuales no se pudo dar el socialismo como lo entendió Marx. De estas la más resaltante es su definición del “inconsciente social” como la “represión de la realidad interior”.

El inconsciente, refiere, es el verdadero reflejo de la realidad total, universal, del hombre. Lo que ocurre es que éste pasa a través de un “filtro social” dando como producto el consciente: la realidad total reducida a la realidad social. Los límites de esta realidad social son los que construyen límites como los de querer sólo lo que se pueda tener, la estructuración de un carácter social a partir de la relación entre las ideologías y la economía, la condición “maleable” del hombre, una “mutilación del hombre que deteriora su condición humana” que le impide ser un “hombre total”, la resistencia al cambio. De este modo se configura un hombre que trata de tener más cuando debería de buscar “ser más” en todos los aspectos de su vida.

Y es la “contradicción” existencial entre el consciente y el inconsciente la verdadera esencia del hombre. Esta le da al hombre un impulso de resolución de la misma, lo que debería ser la real idea de progreso del hombre. Y es esta la razón de ser del socialismo: “el socialismo –escribe- debe proporcionar al hombre el sistema de orientación y devoción que aquel necesita”.

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Hablar de la y las teorías de Karl Marx hoy en día para muchos resulta retrogrado, necio. Sucede que "lo marxista" se ha comido por entero "lo marxiano". Es decir, todo el imaginario cultural acerca de Marx creado a lo largo de la historia ha dejado de lado, en buena medida, los textos en sí. Inclusive una vez subrayé una gran frase de Quino en Mafalda: "Qué tranquilidad reinaría en el mundo si Marx no hubiera tomado la sopa". Después de unos años discuto con ello y creo que la tranquilidad tendría alguna posibilidad si todos aquellos que suelen vincularse con él lo hicieran con esa "expresión precisa de tú vida real, acorde con el objeto de tú voluntad" que decía Marx, en Los Manuscritos de París, era el mejor modo de relacionarse con el hombre y la naturaleza. Las ideas del trabajo de recopilación de Erich Fromm en Humanismo Socialista continúan la enseñanza de una vinculación más sana y natural del hombre con el mundo.