jueves, 20 de mayo de 2010

Encuentros en la gran ciudad

After Burn (traducido con mal gusto como El Peso del Pasado). Confirmado. El lugar de Colin Harrison es Nueva York. O por lo menos mi Nueva York es el de Colin Harrison.

He tenido que corregirme. Pensaba -era la idea que me quedaba de Nocturno en Manhattan- que el escenario predilecto de las historias de CH eran esa otra cara de la gran moneda que es NY: los suburbios, los criminales, la necesidad, lo empequeñecido por la inmensidad de una ciudad como esa. Pero no. Personajes como Caroline Crowley y Porter Wren de Nocturno... o Charlie Ravich de Afterburn, todos estos personajes principales, no están de ese lado.

Supongo que una buena imagen que represente lo que es la vida puede ser una moneda dando giros en el aire. Entonces, en alguno de esos giros empieza a suceder lo que sucede en los thrillers de CH. La moneda da la esperanza de la victoria a unos, y la eminencia de la derrota a otros.

En Manhattan hay quienes son capturados y quienes escapan, quienes sobreviven y quienes son liberados. Hay quienes buscan y quienes huyen. Hay, también, los que hacen más de una cosa a la vez. Quiénes se encuentran en qué situación depende de la moneda, de la fuerza con la que una ciudad como NY pueda lanzar al aire la vida de sus habitantes. Pero en los thrillers de CH, dentro de este abánico de destinos, predomina siempre una acción: hay quienes se cruzan y se encuentran.

Entonces, no es el dark side el escenario, es todo. Es la relación a veces azarosa, a veces necesaria, casi siempre crucial y sutilmente cotidiana, entre las esferas opuestas de una sociedad, entre las caras opuestas de una moneda.

E igual de azarosa, crucial y cotidiana es la trama de la historia y sus escenas crudas, violentas, tristes. Aftern Burn es una tira de negativos que se revela a través de uno. Gestos, cicatrices, sudor. Torturas, sexo, preocupaciones. Parejas, amantes, hijos, madres. Asesinos, ejecutivos, culturistas, prostitutas. Fuertes, inteligentes, viejos, millonarios. Vida y muerte. Imágenes que pasan una tras otra a la velocidad de una respiración agitada, de un corazón con miedo al azar, de una moneda que siempre está por caer.

Algunas cosas:

"Aunque esos hombres eran dinero, el dinero no era ellos; el dinero adopta cualquier forma, color o política, podía ser fuego, piedra o sueño, podía reunir ejércitos y unir átomos, e, indiferente a los sufrimientos del alma mortal, podía marcharse o llegar en cualquier momento".

"No hacer nada era un tipo de acción, no hacer nada era optar por hacer lo que ya tenías intención de hacer, atenerte al plan original".

"Follaba con mucho entusiasmo intentando superar algo, lo cual, como descubrían todos los hombres, nunca se conseguía".

"Ocho millones de dólares eran un gran secreto, más grande que una amante, pero más pequeño que una enfermedad".

"Apartó a un brujo de las finanzas con un cigarro como un leño en la boca: aquello parecía una especie de polla negra clavada en la boca del tipo, y significaba que estaba tan forrado que podía meterse un polla negra en la boca y seguir siendo un hombre... lo cual era la lógica secreta de los cigarros, desde luego".

"Silencio: el gran sonido del matrimonio".

"Bajo la ventana, un hombre descamisado recogía una colilla del suelo con la exactitud de un joyero cogiendo con pinzas un diamante".

"Yo creo que hay cuatro países (...) Naces en un sitio y en una fecha concretos, y luego, está el lugar en el que tú crees que vives, el lugar donde vives realmente y el lugar futuro, el lugar que siempre estamos imaginando más o menos".

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