viernes, 23 de octubre de 2009

"México con 'x' de galaxia"

Terminar de leer un libro de Rodrigo Fresán es, en realidad, empezar a leerlo. Y es que su obra tiene un orden particular, su orden, el orden fresaniano, el orden del Irrealismo Lógico como él mismo denomina a su narrativa. Su territorio es siempre, en mayor o menor medida, Canciones Tristes, la ciudad en donde solo se cumplen y rompen las leyes de RF. Una ciudad que viaja por el mundo a través de su obra –Sad Songs, Chamnsons Tristes- y cuando esta no es el escenario, son sus leyes las que colonizan, en este caso, México, Ciudad federal de México, DF.

Mantra no es una obra por la que una viaja, es una obra por la que uno se pierde, y si no te pierdes la cosa no tiene mucho sentido, creo. Una obra que se asimila por completo a la primera leída es como regresar de un viaje al cual no tienes razones de volver a realizar. Por eso, si leer siempre es darse cuenta que uno ha leído menos porque descubres siempre que hay más, mucho más detrás de cada libro, a eso habría aumentarle el producto de tu bioblioteca por dos o tres o cuatro o cuanto uno más quiera. Mantra tiene esa esencia, se multiplica. Y se multiplica también porque México es un luchador enmascarado por sus propias tradiciones, lo que hace que México pueda ser más de un mundo en sí mismo. Por eso, a RF, solo le queda describir al DF a su manera para lograr una obra como esta.

En Mantra uno queda anulado, perdido, sin piso, pero aprende. Aprende que perderse es también la posibilidad de encontrar un nuevo camino, un camino hacia una nueva realidad o verdad. Todo depende de uno y, sí, del libro que uno tenga entre las manos.

Algunas cosas mexicanas y otras cosas:

“Lo verdaderamente inolvidable no merece ni necesita del auxilio de una foto para ser recordado. A no ser que la foto en cuestión trascienda las fáciles obligaciones de la nostalgia para crecer a una especie de artefacto atemporal que desafíe el enigma de todo lo que vendrá justificándolo o, por lo menos, haciéndolo un poco más comprensible”.

“Lo que se canta duele menos de lo que se dice”.

“Uno siempre sabe cuándo su médico está por darle una pésima noticia porque, misteriosamente, pasa del singular al plural cuando habla. Ya no es he descubierto sino hemos descubierto. Como si necesitara de alguien que lo ayude o alguien con quien compartir la culpa”.

(Acerca de los musicales) “Eso de, en medio de una conversación, decir ‘deja que te lo explique’ y ponerse a cantar y bailar. Es raro. Es, seguro, síntoma claro de un tumor cerebral ¿no le parece?”

“Uno sabe que está en problemas cuando el nombre de los medicamentos que le recetan suena demasiado parecido al nombre de enfermedades”.

“Las mismas palabras dichas una y otra vez, todas las veces que fueran necesarias, hasta que al final también ellos, milagrosamente aleluyaformes, no pudieron sino acabar creyendo en todo aquello en lo que habían conseguido que todos los demás creyeran.
Así, creo yo, es como empiezan las mejores religiones”.

“Los muertos son como notas al pie de un texto: explican algo, lo hacen todo más claro, pero con la letra muy pequeña son pocos los que se molestan en leerlos y en escucharlos”.

“La amnesia no es más que una de las tantas formas en las que se manifiesta el amor”.

“Dejamos de pensar en viajes espaciales para sacar pasajes al interior del cuerpo”.

“Hay algo de conquistador en todo aquel que mira un mapa”.

“La Virgen de Guadalupe es el Bob Dylan de las vírgenes: siempre está en gira, The Never Ending Tour”.

“El que desde entonces las canciones estén obligadas a tener imágenes (clips) es una enfermedad muy parecida a aquella que tiempo atrás castigó a los libros convirtiéndolos en films. Pero peor, más grave, Terminal; porque a uno le gusta escuchar música con los ojos cerrados ¿no?”

“Católicas por fuera y mexicanas por dentro. Como las mujeres mexicanas”.

“De todos los muchos peligros de México, pienso, uno de los más peligrosos es que México suele hacer realidad tus deseos.
México te escucha y te entiende. No importa el idioma”.

“Se camina por un cementerio como se camina sobre hielo muy fino, sobre un espejo”.

1 comentario:

  1. Buen post. Siento algo parecido con los libros de Bolaño: que te enfrenta con tantas formas coherentes en su propia estructura que terminas por perderte. Sin embargo es como lógico que suceda, si el mundo parece no tener lógica universal, ¿por qué habría de tenerla un libro? Puede que la mejor forma de retratar un mundo como el nuestro sea intentando serle fiel, que creo que es uno de los propósitos de esta clase de libros. Ser fiel a su real locura, no a su "realismo aparecial" (Unamuno). Al final deja una sensación de no entender nada y entender muchas weadas, de ser una locura y de ser tan claro!

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