domingo, 18 de enero de 2009

La Televisión - Jean-Philippe Toussaint

La televisión, así, simple, es toda una vaina. La Televisión va justamente por ese lado. Es tanta vaina que la historia se puede decir que trata de muchas cosas: de un historiador que se queda en Berlín para hacer una investigación de Tiziano y Carlos V, de un hombre que decide dejar de ver televisión, de un hombre que se queda solo un verano en Berlín, en fin, de varias cosas, pero al final, es una historia que se guía por un hombre que no hace nada. Y por hacer nada, la historia quiere decir hacer solo lo esencial, pensar, leer, oír música, hacer el amor, pasear, ir a la piscina, buscar setas. Como si los días fueran solo uno, Domingo.

Pero hacer nada es, en muchos casos, más productivo. Es, a la larga, un trabajo puro, sin presiones, fines y necesidades. Esto es lo que justamente lleva a la historia a situarse en el vacío central que dejan todos esos caminos que parece tomar la novela. Todos los hechos se detienen casi en simples intenciones, nada llega a suceder en concreto. La investigación de Tiziano y Carlos V se sigue a lo lejos, casi olvidada, pero, por el contrario se sabe con certeza cuando el personaje se amarra los pasadores o se lava los dientes. La cotidianidad, reforzada por la soledad, toma el papel principal. Eso es lo importante. Que al final la cotidianidad puede resultar más novedosa de lo que uno espera y uno termina cautivado por esos momentos y reflexiones que uno encuentra pasajeros en su vida, pero que en este caso están escritos, compartidos con una simpleza precisa y una originalidad difícil de desprender del tedio.

Y la televisión, bueno, es una vaina. Una imagen concreta que representa todo lo anterior, la lucha entre el ocio y los deberes, entre un mundo inventado, seleccionado y la realidad. Así, simple, es toda una vaina.
Algunas cosas:

“…cambiando mecánicamente de canal, frenéticamente, arrastrado por aquel impulso vano, aquella espiral insaciable, en pos de más bajeza, más tristeza.”

“Las posibilidades que se tienen de llevar a cabo un proyecto son inversamente proporcionales al tiempo que ha dedicado a hablar de él por adelantado.”

“Las imágenes de la televisión (…), privados de nuestra sensibilidad y de nuestra reflexión (…) se limitan, favoreciendo nuestra somnolencia y engordando nuestras grasas, a tranquilizarnos.”

“Me entretuve perezosamente viendo una competición de balonmano femenino (…) miraba todo aquello distraídamente, imaginándome vagamente a una de las jugadoras desnuda bajo su camiseta de tirantes (…) Ahora bien , así es sin embargo como habría que ver activamente la televisión: con los ojos cerrados.”

“Enchufé el aparato, que empezó a chisporrotear para dar vida a una pantalla nevada que debía evocar los primeros o los últimos segundos del universo”

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