jueves, 1 de abril de 2010

"Lo que pudo y puede ser": Manifiesto del Siglo XXI, un dibujo de Carlín

"¡Qué refrescante resulta un intelectual peruano con sentido del humor, y qué serio es eso!" se me adelantó a escribir José Adolph en su reseña o crítica de Habla el viejo de Carlos Tovar, Carlín, en Ciberayllu. Yo lo cito ahora para Manifiesto del siglo XXI (2006). Al parecer el tema central de ambos libros no se aleja mucho. Pero yo me remito a hablar del Manifiesto.

Hablar de la y las teorías de Carlos Marx hoy en día para muchos resulta retrogrado, necio. Es que sucede pues que "lo marxista" se ha comido por entero "lo marxiano". Es decir, todo el imaginario cultural acerca de Marx creado a lo largo de la historia ha dejado de lado, en buena medida, los textos en sí. Inclusive una vez subrayé una gran frase de Quino en Mafalda: "Qué tranquilidad reinaría en el mundo si Marx no hubiera tomado la sopa". Después de unos años discuto con ello y creo que la tranquilidad reinaría si todos aquellos que suelen vincularse con él lo hicieran con esa "expresión precisa de tú vida real, acorde con el objeto de tú voluntad" que decía Marx, en Los Manuscritos de París, era el mejor modo de relacionarse con el hombre y la naturaleza. Osea, que cada quién asimile y critique de forma real (personal) sus teorías y después, recién, condene, santifique o tome en cuenta a alguien.

Carlín sabe muy bien cuál es su voluntad: luchar democráticamente por la reducción a cuatro horas de trabajo. Puede sonar descabellado en un mundo donde cada vez se olvida más el derecho de las ocho horas y se estimula -como gran virtud y elemento nuevo de la digna moral- la entrega completa de la persona a la causa de sus centros de trabajos. Y esto, para Carlín, es la gran contradicción en un mundo regido por la divinidad de la tecnología que no debería hacer otra cosa que reducir las horas de trabajo del hombre. Al fin y al cabo es así como se profana: como las grandes ventajas brindadas al hombre, pero que al final no están haciendo más que reducir a la persona -a las que aún conservan sus puestos de trabajo y no han sido desechados por alguna máquina que hace el trabajo de 10, 15 o 50 personas- a mera batería energética de la gran máquina tecnológica.

En un país como el Perú, el aumento de los indices de producción y desarrollo no significan mayores puestos de trabajos y mucho menos mejores calidades de vidas. Carlín se pregunta: "¿en qué vericuetos de la estadística se nos sustraen los esperados puestos de trabajo?"

Para explicarlo se remonta a los conceptos de "fuerza de trabajo", "valor de uso", "valor de cambio", de Marx, donde al final, hoy, se ve afectada la ganancia. Pero también se remonta a sus gran capacidad figurativa. El mundo empresarial se ha visto, de pronto, tratando de subir una "escalera eléctrica" que es para bajar. El desarrollo tecnológico lleva a la reducción de personal y a una mayor producción que disminuye su valor, su valor de cambio que sólo se lo da la fuerza de trabajo. Por ello las empresas se ven en la necesidad de, a ese puñado de trabajadores que les queda, exprimirle su fuerza de trabajo para que, después, se han reinvertidas en mayor medida en las máquinas y, en cada vez menor medida, en las personas. "Los enormes capítales del mundo (como el de los fondos de pensiones) se comportan como fieras gigantescas que olfatean desesperados en busca de alimento".

Reducir las horas de trabajo significaría entonces tratar de cubrir esa necesidad de fuerza de trabajo con mayor personal que trabaje cada vez menos. Así se aumentaría la población empleada y la calidad de vida de los mismos.

Carlín reconoce que esto puede ser visto como ir en contra de los principios de las tendencias que van en contra del capital, que sería darle vida al capitalismo, pero eso no le importa mucho (y estoy de acuerdo). Recuerda que Marx, una de las primeras cosas que hizo fue luchar por la reducción de las horas de trabajo. Es decir, puede ir contra de los principios marxitas, pero no de los marxianos.

Al final, a pesar de todo, quedan muchos cabos sueltos. En cierta medida, sería, creo, una forma de llevar a la igualdad económica a una sociedad (los que ganan por trabajar ocho horas bajarían su sueldo al de cuatro, y los que no trabajan pasarían a tener uno de cuatro también). De esta forma se gana también más consumidores, pero... si se trabaja menos se tendría más tiempo libre, sí, pero ¿más tiempo libre no significa también mayor tiempo o posibilidad de consumo, es decir, necesidad de más dinero? Otras cosa, Carlín propone que el tiempo libre serviría para que la gente se dedique a sus trabajos por amor, a la cultura, etc. ¿Cómo ser tan confiado en ello? ¿No habría la posibilidad también que aquel que trabaje menos vea simlplemente más televisión?

Hay más, mucho más que hacer: acompañar esos cambios laborales con cambios en la educación y la cultura, en el mercado, en los principios, en la vida interactiva con la naturaleza, etc. Sólo con un cambio completamente estructural en todos los ámbitos, la sociedad podría llegar a entender de manera eficaz lo que tan bien sintetiza Carlín para dar inicio a "lo que pudo y puede ser":

"Nos resistimos a entener que, únicamente cuando hayamos conquistado el ocio como un derecho, seremos realmente libres".

Charla Manifiesto del Siglo XXI por Carlos Tovar (Carlín)
Lugar: Auditorio de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya
Fecha: 8 de Abril
Hora: 12 m.
Presentado por la Carrera de Periodismo de la UARM


1 comentario:

  1. Menos es más, la filosofia del Decrecimiento. Muy buena nota! -Pablo DLR.

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